FESTIVAL DE MÚSICA ANTIGUA DE SEVILLA FEMÁS 2025 "EL GRAN BIBLIÓFILO" CON MINISTRILES HISPALENSIS

Desde la Asociación te proponemos ir a FESTIVAL DE MÚSICA ANTIGUA DE SEVILLA FEMÁS 2025 "EL GRAN BIBLIÓFILO" CON MINISTRILES HISPALENSIS.

Fecha: 11 de abril de 2025

Hora: 20 h

Lugar: Espacio Turina

Precio por persona para los asociados:  16 € (patio de butacas) 16 € (Balcón)

Cierre de Inscripción: Miércoles 9 de abril

Enlace de inscripción: https://coiiaoc.e-gestion.es/inscripcion-evento/AS20250113

Plazas: por riguroso orden de inscripción. El aforo depende de la empresa organizadora.

Descripción: Hernando Colón (1488-1539), hijo natural del almirante Cristóbal Colón, humanista y cosmógrafo, desde muy pequeño estuvo en contacto con la cultura y el conocimiento. Durante el primer viaje del Gran Almirante, gracias a sus contactos con la corona, este dejó sus hijos como pajes del príncipe Juan de Aragón. Desde este momento Hernando recibió una buena educación, principalmente por parte del humanista Pedro Mártir de Anglería, de donde parte su afición por los libros y sus inquietudes culturales. Hernando tuvo la ambiciosa idea de reunir una biblioteca que abarcara todos los conocimientos de la humanidad: “Todos los libros, en todas las lenguas y sobre todos los temas” para ponerla al servicio de los estudiosos (como dejó indicado en su testamento, “para uso e provecho de todos sus prójimos”).

Durante su vida realizó numerosos viajes, en ocasiones como agregado de la corte y otras por simple afán de buscar libros. Italia y en concreto Roma y Venecia estaban en el momento álgido del desarrollo de la imprenta, por lo que fue uno de sus destinos más importantes, llegando a realizar hasta cuatro estancias largas en el país transalpino. El primer viaje a Italia se inició en agosto de 1512 desde Barcelona y durante la travesía fue “combatido y despojado por los turcos”.

Se ha apuntado que en esta su primera visita a la Ciudad Eterna pudiera haber llevado una misión reservada ante el papa Julio II por encargo del rey don Fernando, después de la batalla de Rávena en la que las tropas papales con las de Venecia y España, reunidas en la Liga Santa, sufrieron una estrepitosa derrota frente a los franceses. En el Congreso de Mantua de 1512 las potencias coaligadas acordaron castigar a la República de Florencia por el apoyo brindado a Francia y reponer en el gobierno a los aliados Médicis.

Durante su primera estancia, entre septiembre de 1512 y mayo/junio de 1513, hizo una de sus primeras adquisiciones musicales. En el mes de septiembre adquiría Tenori e contrabassi intabulati col sopran in canto figurato Libro primo (1509) publicado por Ottaviano Petrucci. Un libro que contiene 70 composiciones intabuladas para voz y laúd por Franciscus Bossinensis. Entre las piezas, aparecen muchas de las frótolas ya publicadas en su forma original por Petrucci en sus libros de Frottole, incluidas Non è tempo d’aspettare del libro primo de FrottoleZephiro spira (Libro ottavo) y el famosísimo Ostinato vo’seguire.

Tras hacer dos pequeñas estancias en Roma en 1513 y 1514, destinadas a solventar ciertos negocios que le había encargado su hermano Diego, “yr dos vezes a Roma en defensión del pleyto que doña Isabel de Ganboa [amante de Diego] me puso e movió e por el consiguiente en yr a otras partes por mi mandado adonde posistes vuestra presona [M’C] a mucho peligro e trabajo”.

La estancia más larga de Hernando Colón en la ciudad de los papas transcurrió entre enero de 1515 y principios de octubre de 1516. Entrando por Génova, procedente de Narbona, en Francia. Probablemente, avisado por el incidente desagradable del primer viaje a Italia, prefirió esta vez el camino por tierra. Durante sus estancias en Roma, Hernando Colón vivía en el Monasterio de Observantes de San Francisco o de españoles, del que debía de guardar un grato recuerdo, a juzgar por el generoso legado que le destina en su testamento. En el transcurso de los largos meses que allí permaneció, Hernando Colón no dejó de recorrer las imprentas y las librerías, comprando un sinfín libros.

Su obsesión por comprar libros no se limitaba a la compra de impresos, sino también de manuscritos. En una fecha indeterminada de 1515 adquiere el conocido como Cancionero de Sevilla E-Sc 5-1-43, que contiene unas 164 piezas, en su mayoría en francés, de Binchois, Josquin, Busnois y Cornago entre otros.

En los años 1520-1521 Hernando Colón acompaña al joven Carlos I de España en su viaje a los Países Bajos –donde Colón tuvo la oportunidad de conocer en Lovaina a Erasmo de Róterdam, el príncipe de los humanistas– y a Alemania, donde presenció la coronación del monarca como Rey de Romanos en Aquisgrán, y asiste en Worms a la Dieta, en cuyo centro estaba el negocio de Lutero y de la incipiente Reforma en Alemania. Sin embargo, a Colón no le interesaban ni la alta política ni los graves problemas que se avecinaban en el terreno religioso. Su único interés eran los libros. Y así se separa temporalmente de la corte imperial para dirigirse nuevamente a Italia. Su meta era esta vez Venecia, adonde llega pasando antes por Milán, Pavía, y bajando hasta Génova, Cremona y Ferrara. En todas estas ciudades, y sobre todo en Venecia, compra cientos, miles de libros. El dispendio debía de ser enorme, tanto es así que tuvo que recurrir al banquero genovés Ottaviano Grimaldi para conseguir un préstamo de 200 ducados.

A este mismo individuo le confiará también el transporte de todos los volúmenes que había venido reuniendo desde que salió de Worms. Sin embargo, estos libros jamás llegaron a Sevilla, su destino. Se perdieron en la mar. En el llamado Memorial de los libros naufragados escribe: “Nota que todos los libros contenidos desde el núm. 925 hasta aqui [número 2.562] son los que dexé en Venecia a miser Otauiano Grimaldo, que me los enviase y se anegaron en la mar”. Más de 1.600 libros fueron los que se perdieron en esta ocasión, “con muchos debuxos y pinturas muy eçeleentes” [sic], según explicará más tarde el bachiller Juan Pérez.

Por entonces los caminos no debían ser demasiados seguros para un extranjero y más aún si era español. Hernando Colón lo recordará en su testamento cuando habla del individuo encargado de las adquisiciones de libros y dice que este debía ser preferentemente italiano y si no alemán o francés, “porque siendo de qualquier destas tres naciones, va más seguro fuera de España e le miran con mejores ojos que no al español; y esto tengo muy esperimentado e quando yo andava fuera destos reynos [de España] syenpre hablava italiano do quiera que fuese por no ser conoscido por español e con esto, bendito nuestro Señor, me escapé de muchos peligros en que me vi y en que fenesciera sy supiera que hera español”.

En un momento de sosiego y durante una de sus raras estancias prolongadas en Sevilla, don Hernando decidió edificar en 1526, junto a la Puerta de Goles, a orillas del Guadalquivir y para dar acomodo a los miles y miles de libros, entre ellos muchísimos en lengua italiana, que llegaban a Sevilla, una vivienda, un palacio “al estilo de las villas suburbanas recreadas en Italia por los humanistas y arquitectos del Renacimiento florentino”, según palabras de Jorge Bernales Ballesteros.

En este palacio, que debía evocarle gratos recuerdos de la Italia renacentista y su exquisito ambiente, transcurrieron los últimos años de Hernando Colón, entre lecturas y abismado en los quehaceres de bibliófilo y en la organización de su vasta biblioteca, hasta que la muerte le sobrevino en 1539.

Durante el viaje de 1529-1530 acompaña a Carlos V al encuentro con el papa Clemente VII en enero de 1530 para la Coronación del Carlos en Roma. Pero, como ocurrió en Alemania con ocasión de la Dieta de Worms, Colón no asiste a la coronación del Emperador. Los libros y siempre los libros le impulsan a seguir viajando sin cesar. Tras una corta estancia en Boloña remprende el camino para trasladarse a Venecia, que era, sin duda, uno de los grandes centros del negocio del libro en la Europa del siglo XVI, con unas 200 imprentas y numerosísimas librerías. Durante los preparativos del viaje o en algún momento pudo escuchar la música de Heinrich Isaac tan relacionada con la familia Medici y sobre todo con el Gran Lorenzo de Medici, tío de papa Clemente VII.

Probablemente este fue el periodo más frenético de compra de libros y de viajes por Italia, visitando ciudades como Génova, Piacenza, Módena, Bolonia, Venecia, Reggio E., Pésaro, Perugia, Roma, Ferrara, Cesera y Parma. Prueba de ello es que se conservan al menos tres impresos comprados durante este periodo, todos ellos publicados por Ottaviano Petrucci; Harmonice Musices Odhecaton (1501), Laude II (1508) y Frottole libro undecimo (1514).

La impresión con tipos móviles de Petrucci se caracterizaba por la técnica de triple impresión. En primer lugar, se fijaban los pentagramas, posteriormente se pasaba a la impresión del texto y finalmente se imprimían las notas. Harmonice Musices Odhecaton (1501) está considerado el primer libro de música polifónica impreso usando tipos móviles. Contiene 96 piezas profanas, principalmente chansons polifónicas francesas a tres y cuatro voces que incluyen compositores franco-flamencos como Jacob Obrecht, Antoine Brumel, Jean Japart… Muchas de estas piezas, aunque eran chansons, no incluyen el texto, así que podrían estar pensadas para interpretarse de forma instrumental, aunque los textos se pueden encontrar en numerosos manuscritos o publicaciones posteriores. Aunque Hernando Colón no fechó la compra de este libro, por el número de registro se puede deducir que fue comprado con posterioridad al viaje de 1520-1521.

Pero Petrucci no se dedicó solo a la publicación de música profana; entre sus 61 publicaciones conocidas se incluyen numerosos libros religiosos, entre ellos los dos libros de laude, el primero dedicado íntegramente a piezas de Innocenzo Dammonis. El segundo libro de laude incluye una variedad de compositores italianos, franco-flamencos y anónimos, con la presencia destacada de Bartolomeo Tromboncino muy popular en la época. Según Hernando Colón, “este libro costó en Peruso 105 quatrines a 3 de setienbre de 1530 y el ducado de oro vale 420 quatrines».

Pero la producción musical más destacada de Ottaviano Petrucci está dedicada a las Frottole, de las que llegó a imprimir once libros, entre los que Hernando al menos adquirió el undécimo, conservado en la biblioteca Colombina, que incluye Frottole conocidas como Tante volte si si si de Marchetto Cara o Che farala, che dirala de Michele Vicentino.

En 1533, en su afán de abarcar todo el conocimiento, Hernando Colón adquiere un manuscrito dedicado al rito de la Salve (E-Sc 5-5-20). Rito de origen medieval y que a finales del siglo XV y comienzos del XVI adquiere una mayor importancia en la Catedral de Sevilla. El manuscrito incluye varias salves y motetes de compositores como Escobar, Peñalosa, Rivafrecha o Anchieta. Entre ellos los motetes Virgo et mater o Domine Jesu Christe ambos de Juan de Anchieta. Hernando Colón pudo comprar este manuscrito quizá en recuerdo de los años pasados junto al infante Juan de Aragón, en los que recibió instrucciones musicales de Juan de Anchieta.

En 1495, Isabel la Católica había nombrado a Juan de Anchieta maestro de la capilla musical de su segundo hijo, el infante Juan de Aragón y Castilla, del que sería además maestro de música. Dado que la corte se trasladaba con frecuencia, Anchieta viajó constantemente durante estos años. Después de la muerte del infante, en 1497, volvió al servicio de la reina con la obligación de viajar con la Corte.

Uno de los manuscritos más destacados del renacimiento española también formó parte de la colección de Don Hernando. En 1534 adquiere el conocido como Cancionero de la Colombina (E-Sc 7-1-28), copiado posiblemente entre las décadas de 1460 y 1480 y que probablemente perteneció a los duques de Medina Sidonia. El cancionero del que se conservan 95 piezas incluye composiciones de Francisco de la Torre, Juan de Triana y Juan de Urrede entre otros.

Una parte destacada del manuscrito está dedicada a los villancicos, incluyendo algunos dedicados a la navidad como Reyna muy esclarecidaBuenas nuevas de alegríaA los maytines eran Qué bonito niño chiquito, todos ellos anónimos.

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