Capítulo 5

CAPÍTULO 5

Como ya se ha apuntado, la carrera se creó con dos especialidades, la mecánica y la química, de acuerdo con las pretendidas carencias reseñadas en el decreto fundacional. Sin embargo, pronto la electricidad se convertiría en otra especialidad dominante en la nueva profesión. En esa nueva especialidad destaca el ingeniero industrial jerezano Francisco de Paula Rojas y Caballero-Infante (1832-1909) que perteneció a la primera promoción del Real Instituto Industrial, y llevó a cabo su vida profesional en Valencia, Barcelona y Madrid.
Es oportuno recordar aquí que las Escuelas de ingenieros decimonónicas, lo mismo que las instituciones similares de tipo militar, tienen un papel decisivo en la introducción de la ciencia moderna en España. Ilustra este hecho que al fundarse la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales en 1847 la minoría mayoritaria fuera la de ingenieros, que sumados a los militares (también ingenieros) eran mayoría absoluta. Además, durante su primer siglo de existencia exactamente la mitad de los presidentes de esa Academia fueron también ingenieros (uno de ellos fue Cipriano Montesino como ya se ha indicado).
Asimismo es de reseñar que las Escuelas de ingenieros se crearon y funcionaron exitosamente ajenas al sistema universitario. En la primera mitad del siglo XIX, las universidades mantenían todavía, en lo esencial, la estructura medieval formada por una Facultad de carácter preparatorio (Filosofía) y dos grandes Facultades orientadas a la formación de profesionales (Derecho y Medicina), además de la de Teología. En la de Filosofía se daba una formación en todas las ciencias y humanidades, la cual puede recordar, hasta cierto punto, al bachillerato actual. De hecho, los estudios de ciencias no alcanzaron el rango de Sección, dentro de la Facultad de filosofía, hasta 1844, con la ley Pidal; y de facultad propia hasta 1857, con la ley Moyano, cuando estaban ya en pleno funcionamiento todas las Escuelas de ingenieros decimonónicas.

Francisco de Paula Rojas

Volviendo a Francisco de Paula Rojas, fue uno de los ingenieros industriales más ilustres e influyentes del Ochocientos español. Natural de Jerez de la Frontera, estudia segunda enseñanza en Cádiz e ingresa posteriormente en la Universidad Literaria de Sevilla donde obtiene el título de bachiller en la Facultad de Filosofía, en 1849. El curso siguiente, en 1850, cuando se pone en funcionamiento la Escuela Industrial Sevillana, Escuela que entonces no estaba integrada en la Universidad de Sevilla, Rojas pretende incorporarse a ella pero al comprobar que el título de ingeniero industrial sólo se podía obtener en Madrid, traslada sus estudios al Real Instituto Industrial de esa capital, en donde forma parte de la primera promoción de ingenieros industriales que alcanzan el título en España. En 1854 regresa a Sevilla en donde obtiene una plaza de catedrático interino en la asignatura de Química de la Escuela Industrial Sevillana y, al año siguiente se traslada a la Escuela Industrial de Valencia al obtener por oposición la Cátedra de Física General Aplicada en ese centro valenciano.
Años después, en 1866, cuando se clausuran todas las Escuelas Industriales incluida la de Madrid, excepto la de Barcelona, se traslada a esta última Escuela donde consigue la cátedra de Construcción de Máquinas y después la de Física Industrial. La estancia en Barcelona, ciudad donde estaba ya avanzada la revolución industrial, es particularmente brillante en la carrera profesional de Rojas. Tuvo un papel destacado en la introducción de las aplicaciones industriales de la electricidad y ejerció una gran labor didáctica con sus libros. Dirigió la revista técnica La Electricidad, editada por él mismo entre 1881 y 1889, que fue la publicación más importante de esta nueva especialidad en España. Ingresó en la Real Academia de Ciencias y Artes de Barcelona 1877.
En 1886 se traslada a Madrid como catedrático de Hidráulica e Hidrodinámica en la efímera Escuela General Preparatoria de Ingenieros y Arquitectos. Al desaparecer esta Escuela, en 1889, accede por concurso la Cátedra de Física Matemática de la Facultad de Ciencias de la Universidad Central, de cuyo centro llegó a ser Decano en el año 1900. En 1890 toma posesión de la plaza de Académico Numerario en la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Madrid, con José Echegaray como padrino (en realidad había pertenecido a esa Academia como Académico Correspondiente desde 1867, pero hasta que se traslada a Madrid no puede acceder a Numerario). En esta etapa publica su celebrado Tratado de Electrodinámica Industrial, libro en el que se recogen los contenidos más actualizados, para la época, de electricidad industrial y donde se destacan las muchas posibilidades que tiene en la vida cotidiana, al tiempo que se subrayan los rapidísimos progresos que se estaban produciendo en el alumbrado público. De esta obra se hicieron cinco ediciones, la última en 1912, y se considera la biblia de la electrotecnia española. También es autor de muchos libros que apoyaron la enseñanza de otras ramas de la ingeniería. Fue vicepresidente de la Asociación de Ingenieros Industriales en el año 1900. En 1904 se jubiló a petición propia como Catedrático de Física en la Universidad de Madrid, ciudad en la que fallece en 1909.